Carora: Inspiración de siempre de Don Guillermo Morón
*Estas anecdóticas líneas del viejo amigo Guillermo Morón, fueron escritas en noviembre del 2008 con motivo de su muy merecido ingreso al CEV. Siempre me han gustado sus recuerdos de Carora y cuando teníamos chance de conversar en un pasado no muy lejano, disfrutaba muchísimo escucharlo. Siempre es grato recordarlo, y cualquier excusa es válida. (Paula Giraud)
Don Cecilio Zubillaga Perera, guía y maestro de los caroreños durante la primera mitad del siglo XX (murió en 1948), está todavía en la ciudad y en los pueblos: no se apaga su nombre por aquello de Diotima de Mantinea que Sócrates trae a cuento en el Simposio de Platón: la inmortalidad del alma se consagra en la procreación y en la creación (filosofía, arte letras).
El primer círculo de escritores del cual formé parte, muchacho en mi ciudad de Carora, fue creado y dirigido por Don Cecilio. Se llamaba Jornadas Culturales. Un sábado sí y otro no, cada quincena en el Centro Lara, paralelo al Club Torres por las razones tradicionales en nuestra historia, las muchachas cantaban o recitaban los poemas y los muchachos leíamos una página.
La Biblioteca Riera Aguinagalde prestaba el libro o Don Cecilio lo tenía en sus estantes, muy pocos, porque los regalaba. En Barquisimeto, Cuarto y Quinto Años de Bachillerato en el único Liceo, Lisandro Alvarado, bajo el amparo de El Impulso, el periódico de los Carmona, fundamos alegremente el Club Eutimio Rivas para lo mismo, leer, escribir, discutir, añadida ya la política a la literatura.
Así, pues, este Círculo de Escritores que hoy resiste la intemperie con sus socios y con las cuatro banderas de la inteligencia y de la cultura que están desplegadas por su Presidenta Carmen Cristina Wolf, su Presidente del Consejo Consultivo, Álvaro Pérez Capiello, su Director General Luis Beltrán Mago y su Consultor Carlos Alarico Gómez, acoge generosamente a este viejo militante de las Letras, a este empedernido amigo de los libros.
No se me oculta la raigal significación de esta jornada cultural de quienes mantienen la brasa de la historia venezolana: los libros, la literatura, ustedes poetas, novelistas, ensayistas, sin cansancio y sin zozobra. Porque yo sólo soy un maestro de escuela mal jubilado y un oscuro escritor de provincia a quien la amistad —esa aristocracia del alma inmortal— y la en generosidad —ese rasgo de la nobleza que les alumbra los días y las noches a Usted, Doña Carmen Cristina Wolf, poeta, y a sus compañeros y compañeras de este Círculo, señalan de manera inusitada para que pueda sentarse, cuando sus años se lo permitan, al lado de Ustedes, sin cerrar el Círculo.
Creo que puedo honrar al Círculo de Escritores si recuerdo la Peña Literaria del escritor Fernando Cabrices, animador que fuera luego de la Asociación de Escritores Venezolanos, donde publicó su íngrimo libro Páginas de emoción y de crítica, Número 45, 1944, de los Cuadernos Literarios de aquella recordada y admirable Asociación. Comienza la Colección de mi biblioteca con el Cuaderno Número 5 nada menos que de Jesús Semprún, Estudios Críticos, 1938; los cuatro con los cuales se inaugura esa biblioteca gloriosa de nuestras letras son de Julian Padrón (Fogata, comedia dramática), Ramón Díaz Sánchez (Ámbito y Acento, ensayo), Manuel Rodríguez Cárdenas (Tambor, poemas para negros y mulatos) y Guillermo Meneses (3 Cuentos Venezolanos).
El volumen 150, de 1980, cierra mi colección con Pascual Venegas Filardo (Tiempo en Poesía, Notas Críticas). Cuando Luís Pastori, José Ramón Medina y Pascual Venegas Filardo se turnaban en la Junta Directiva, yo les servia de Tesorero y fui implacable en la contribución de los socios con aquellos pocos bolívares sonoros en la contabilidad. Ahora bien, me parece que no debo permitir a mi memoria esas nostalgias, pues el Círculo de Escritores cumple en este duro tiempo su valiente tarea de mantener el hilo de la mejor tradición de las Letras, dentro y fuera de las fronteras.
Hoy se recuerda a nuestro, y también ajeno, gran poeta Vicente Gerbasi, amigo incandescente, voz clásica de la Lengua que hablamos y escribimos los venezolanos, para honrar a otro poeta de la misma lengua originaria, Don Enrique Gracia Trinidad. Y por si fuera poco el honor que se me concede, viene ese Tostado venezolano, escritor de día y de noche, de sábados, domingos y fiestas de guardar Enrique Viloria Vera, además amigo sin fatiga, con sus Ciudades y Escritores.
Aquí dice: Palabras Liminares, César Navarrete, Presidente de Del Sur Banco Universal (en el Renacimiento los Mecenas permitieron que se produjeran milagros en Letras y Artes), Presentación, escrita pulcramente por nuestra Presidenta ilustrísima, Prologo, firmado por el mencionado utsupra, cuyo último párrafo dice: "Puedo dejar testimonio claro: este libro de Enrique Viloria Vera está escrito con la buena letra de un humanista moderno, gratamente desarrollado el argumento, sin sobras ni recortes, ciudades y escritores.
Guillermo Morón/ Noviembre 2008
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