jueves, 23 de octubre de 2008
MEDARDA...LA SANTA DE SEBORUCO
Por Hugo Colmenares
e-mail: hugocol@cantv.net
LA GENTE de Seboruco, tierra taurina del Táchira, anda de romerías por todo el país. En busca de testimonios, agradecimientos y oraciones, que llenen de mayor luz la memoria santificada de la anciana Medarda Piñero.
Hace muchos años que Medarda, la Santa de Seboruco, entregó su alma dichosa al Cristo, al rey de reyes.
Es posible que ella no supiese que vivía consagrada. A una vida piadosa, serena, equilibrada. De manos llenas por aquellos desvalidos, abandonados y perdidos, que tenían a su casa humilde, como el gran palacio de los afectos.
Ella no tenía una institución o correligionarios, que le llevaran estandartes con su bondad.
Nadie iba atrás de su sombra, dando cuenta de su obra compasiva.Pequeña. Menuda. Una cesta para ir de puerta en puerta en busca de alimentos.
Su casa era de puerta abierta. Ese aposento era el gran asilo generoso, el hospital, la cobija grande y el bocado tibio para los más desposeídos.
En sus brazos agonizaron y dieron el último suspiro, gente que sólo conocía a Dios en sus corazones.
Sus pasos eran sólo para el amor en el pan y los labios de hombres y mujeres, que buscaban una sonrisa.
En una oportunidad un ladrón se robó una camioneta en Seboruco. Minutos más tarde los alistados en armas, le dieron muerte al joven que huía con su prenda mal habida. Allá en La Vega a orilla de carretera quedó el cuerpo.
Sólo el sentimiento del perdón, de la comprensión de una santa fue solo, a buscar el cadáver de un sueño perdido y lo llevó a velar a su casa.
¿Cómo se llamaba ese ladrón?. Nadie lo sabía. Sólo juicios de desprecios,para quien vino a robar
Medarda anduvo entre gente buena y pidió dinero para la mortaja, el ataúd. No hubo oficios religiosos. Pasaron de largo unos voluntarios y ella que en sus labios tenía la llama que arde con divini-dad.
Recuerdo el día que la torera Carmen Piñero, La Suerte Blanca, junto a las mujeres de la montera y el capote, fueron con trajes de luces y andaluces a visitar a Medarda, antes de la novillada
Carmen Piñero, la hija de Medarda, estaba acompañada de Conchita Cintrón y La Serranita.
“No me gusta el maltrato a los animales”, dijo la madre de la torera.Salieron las toreras de la casa de una santa. Iban de sol y sombra. La Dama de los Pobres, se quedó junto a uno de sus nietos. Oraba esa tarde, para que la luz llenara de bendiciones a Seboruco.
Dicen en estos secretos de los peregrinos. Que en libros se lleva la memoria de los milagros, de la bendita revelación de una mujer, que nació en los páramos de La Grita. Mujer que obra mediante la sonrisa, del Hombre de la Tierra Antigua: Jesús de Nazaret.
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La Santa de Seboruco por Hugo Colmenares,
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